La historia de la Sagrada Familia
En 1872, un devoto librero barcelonés, Josep Maria Bocabella, regresó de un viaje a Italia convencido de que había que dedicar en la ciudad un templo expiatorio –financiado con las limosnas de los fieles– a la Sagrada Familia. Para este fin, adquirió un solar en el Ensanche, el nuevo barrio trazado por el urbanista Ildefons Cerdà.
Se encargó el proyecto al arquitecto diocesano Francisco de Paula del Villar, que diseñó una iglesia neogótica. Sin embargo, cuando apenas se habían edificado las columnas de la cripta, Del Villar dimitió a raíz de unas discrepancias con el asesor de Bocabella, Joan Martorell, a quien se ofreció el cargo. Martorell rehusó, pero propuso a Antoni Gaudí, un prometedor arquitecto que en aquella época iniciaba su primer proyecto de envergadura, la Casa Vicens, una villa de veraneo en Gracia.
Era el año 1883 y Gaudí, entonces con 31 años, tuvo que respetar la orientación de la basílica y el trabajo en la cripta iniciado por Del Villar, pero propuso un proyecto mucho más ambicioso. El artista reusense imaginó un templo con cinco naves, crucero, ábside, un deambulatorio exterior a modo de claustro, tres fachadas y 18 torres. En este inmenso ámbito constructivo, Gaudí pensó incluir todos los elementos simbólicos del cristianismo, a fin de convertir la basílica de la Sagrada Familia en el templo perfecto, un edificio completamente preparado para la celebración de ritos litúrgicos.
Gaudí dedicó al proyecto 43 años de su vida. A su muerte accidental, en 1926, con 73 años, sólo había construido la cripta, el ábside, el claustro, la fachada del Nacimiento y cuatro torres. En 1954, tras pasar casi tres décadas detenida, la obra se reanudó y hoy se considera ya una obra maestra del arte universal.
Descubre algunas curiosidades de la Sagrada Familia a través de este reportaje, donde analizamos cada una de sus partes y su riqueza arquitectónica.
La cripta de la Sagrada Familia
El altar central de la cripta se ubica bajo el altar mayor de la Sagrada Familia
Las excavaciones de la cripta de la Sagrada Familia comenzaron el 19 de marzo de 1882 –coincidiendo con la festividad de san José–, bajo la dirección del arquitecto Francisco de Paula del Villar, quien renunció a los pocos meses de iniciar las obras.
Su lugar lo asumió –ya en 1883– el joven arquitecto Antoni Gaudí, que inicialmente tenía pensado realizar grandes cambios estructurales y de disposición del espacio, pero que, por cuestiones económicas y presupuestarias, decidió no llevarlos a cabo y conservar en su lugar la estructura existente iniciada por su predecesor. De ahí la disposición de la cripta: siete capillas absidales –una de ellas dedicada a san José– en semicírculo, un deambulatorio, un área central espaciosa y otras cinco capillas donde se ubica el altar central.
El ábside
La estructura del ábside de la Sagrada Familia responde al genio creativo de Gaudí, que llamó “perfeccionamiento del gótico” a los diseños que introdujo en esa parte del templo de la Sagrada Familia. Además de perseverar en su voluntad de sostener los muros sin contrafuertes, el arquitecto exageró las aristas a fin de generar claroscuros que realzaran su volumetría.
Asimismo, culminó el ábside con pináculos que acentúan la verticalidad y preludian la grandiosidad del cimborrio, y lo cubrió con imágenes de especies animales y vegetales que muestran su sensibilidad con la naturaleza.
El claustro
Para construir el claustro Gaudí recurrió a un sistema modular
Gaudí diseñó el claustro de la Sagrada Familia como un corredor porticado rectangular cuyos cuatro lados se corresponden con las tres fachadas y el ábside. Está formado por la repetición de múltiples tramos o módulos de planta rectangular, cubiertos con bóveda de crucería y culminados por frontones triangulares.
A pesar de tratarse de un espacio cerrado, y pese a la ausencia de jardín –elemento que se sitúa en el centro de muchos claustros de morfología tradicional–, la iluminación natural del corredor porticado diseñado por Gaudí está garantizada gracias a los ventanales y los rosetones que se abren al exterior en cada uno de los módulos.
Asimismo, como el nivel de la planta del suelo se encuentra a la misma altura que las naves del templo, el arquitecto aprovecha el desnivel respecto a la calle para crear una planta entresuelo que se destina para usos diversos.
El interior de la Sagrada Familia
Gaudí quería convertir el interior de la basílica de la Sagrada Familia en un gran bosque en el que la estructura de columnas, bóvedas y cubiertas funcionara imitando a los árboles, con el tronco, las ramas y, rematando la estructura, el follaje por el que se filtran los rayos de sol.
Esta solución innovadora estaba encaminada a crear un ambiente trascendente de oración y meditación y a provocar el contraste con la planta, en la que el arquitecto optó por una estructura tradicional de cinco naves, divididas por cuatro hileras de columnas y cortadas transversalmente por un transepto, y un presbiterio que alberga el altar mayor –considerablemente elevado sobre el nivel del resto del templo–, un deambulatorio y siete capillas radiales.
Fachada del Nacimiento
Aunque Gaudí consideraba el gótico como un estilo “imperfecto”, en el proyecto de la fachada del Nacimiento de la Sagrada Familia siguió un esquema típico de este arte y la estructuró en tres pórticos –uno central y dos laterales– escoltados por los cuatro campanarios del frente oriental y alojados en los huecos que dejan las bases de las torres.
El arquitecto los dedicó a los tres integrantes de la Sagrada Familia, cada uno de ellos asociado a una virtud teologal: el pórtico de la izquierda es el de la Esperanza, virtud asociada a san José; el del centro, dedicado a Jesús, es el de la Caridad, que se eleva hasta culminar en un pináculo naturalista –el Árbol de la Vida– que compite en altura con las torres; y el de la derecha es el de la Fe, personificado en la Virgen María.
Fachada de la Pasión
En contraste con la vitalidad, la alegría y la ternura que transmite la fachada del Nacimiento, la de la Pasión, situada en el extremo opuesto del transepto, muestra la tristeza del sufrimiento. En 1911, Gaudí se retiró al Pirineo para recuperarse de una grave enfermedad. Inspirado por su propio dolor, dedicó este período a proyectar la fachada de la Pasión de la Sagrada Familia.
El artista previó el impacto que causaría su idea y decidió que empezara su construcción una vez terminada la del Nacimiento. Su muerte y la Guerra Civil impidieron que el proyecto que Gaudí había dejado plasmado en dibujos y bocetos no empezara a hacerse realidad hasta 1954.
El arquitecto ideó un pórtico sostenido por seis columnas inclinadas, sobre el que se levantará un gran frontal apoyado en 18 pilares de forma ósea. Los distintos grupos escultóricos narran la pasión de Cristo ante una fachada desnuda de cualquier ornamentación.
Fachada de la Gloria
La fachada de la Gloria es el monumental marco que Gaudí ideó para permitir el acceso al interior del templo. Su idea era que, antes de entrar a la Sagrada Familia, los fieles tomaran conciencia del papel del hombre dentro del orden general de la Creación y de su destino de acuerdo con las leyes divinas: la muerte, el Juicio Final, el infierno y la gloria.
Bajo las torres de los apóstoles san Pedro, san Pablo, san Andrés y Santiago el Mayor –más altas que las que culminan las otras fachadas–, el arquitecto diseñó un conjunto de 16 linternas desiguales de configuración hiperboloide, una de las cuales –la central– crece hasta competir con las torres. Sobre esta estructura, que sirve de cubierta para el pórtico, Gaudí imaginó un cúmulo de grandes nubes iluminadas que contendrá las palabras del credo, la oración que resume el dogma de la fe cristiana.
Cimborrios y campanarios
Gaudí concibió los alzados de las 18 torres de la Sagrada Familia para que crecieran en altura según la jerarquía simbólica de la advocación que representan y de acuerdo con su posición respecto al centro de la planta del templo: el cimborrio de Jesús culmina el conjunto con sus 172,5 metros y se asienta sobre el crucero. Los cuatro cimborrios de los evangelistas alcanzan los 135 metros y se levantan flanqueando el cimborrio mayor, igual que el de la Virgen María, que se alza 130 metros sobre el ábside.
Finalmente, los 12 campanarios, dedicados a los apóstoles, se alzan, en grupos de cuatro, en la periferia del edificio, sobre los tres pórticos de acceso al interior, y miden de 98 a 120 metros. A fin de sacar el máximo provecho visual y simbólico, todas las torres de la Sagrada Familia culminan en pináculos revestidos de mosaico vidriado de la isla de Murano (Italia).
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Gaudí dedicó 43 años de su vida a la construcción de la Sagrada Familia, que se ha convertido en uno de los monumentos más visitados de Barcelona y que reúne todas las innovaciones constructivas que desarrolló Antoni Gaudí a lo largo de su trayectoria como arquitecto.
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