Gaudí y el Colegio Teresiano de Barcelona
En 1889, Enric d’Ossó, fundador de la congregación de las Teresianas, encarga a Gaudí la continuación del proyecto de un gran edificio en el pueblo de Sant Gervasi de Cassoles –absorbido por Barcelona pocos años después– para albergar un colegio femenino con internado, la sede de la congregación y una casa de estudios para las monjas.
Gaudí hereda del anterior arquitecto los cimientos y apenas 80 centímetros de muro, y acepta las condiciones de Ossó: una austeridad presupuestaria acorde con el voto de pobreza de la congregación y opuesta a la opulencia de los proyectos que le encargaba Eusebi Güell, su mecenas. Pese al rigor presupuestario, el artista no renuncia a sus imaginativas ideas constructivas y consigue diseñar una obra marcada por el simbolismo.
Fachada con estilos medievales
Para el Colegio Teresiano de Barcelona, Gaudí proyectó un edificio de planta rectangular, con bajos, tres pisos y cubierta transitable. En las fachadas, enmarcó los muros de piedra con hileras de ladrillo y rompió la continuidad de los ventanales –resultado de una deliberada repetición modular– con dos cuerpos adosados centrados: el pórtico, en la fachada principal, y las dependencias de los servicios, en la posterior.
Las almenas que rematan la fachada del Colegio Teresiano de Gaudí y los pináculos que culminan las torres de los cuatro ángulos dan un aire medieval a la obra, reforzado con la celosía mudéjar del pórtico y la verticalidad de los ventanales. A fin de compensar la sencillez de los materiales, el artista jugó con constantes cambios de plano para lograr notables efectos de luz y sombra.
Homenaje a santa Teresa
La verja de la puerta principal fue diseñada por el propio Gaudí
Muy proclive a dar un sentido a la decoración de sus proyectos, Gaudí incluía en ellos numerosos simbolismos de carácter laico, relativos al lugar de edificación, a la identidad del promotor, a la historia local o –según el caso– a los emblemas del catolicismo.
Los muros y detalles constructivos del Colegio Teresiano son especialmente densos en este sentido, a causa del influjo de la obra de santa Teresa en el arquitecto, quien sin duda admiró la imagen de la santa que el gran artista renacentista italiano Gian Lorenzo Bernini talló para la iglesia de Santa María de la Victoria, en Roma.
Muestras de esa propensión al uso de simbolismos son el uso masivo de la ‘T’ de Teresa entre las almenas y en la forma de los picaportes, el empleo del monograma JHS (Jesús, salvador de hombres) en la fachada o la alegoría del monte Carmelo en la verja.
El interior del Colegio Teresiano
Los arcos catenarios se apoyan en pilares de ladrillo
Gaudí aprovecha las capacidades portantes del arco catenario en todos los espacios interiores del Colegio Teresiano. En la planta baja, las formas parabólicas de dichos arcos quedan truncadas por la cubierta, convirtiéndose en una estrecha sucesión de ménsulas de ladrillo sólo interrumpidas por los extremos del corredor.
En la primera planta del colegio, en cambio, los arcos describen la trayectoria completa, creándose un juego de luces y sombras que se cuenta entre los mayores logros del arquitecto en el campo del tratamiento de la luz natural.
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Antoni Gaudí ha sido uno de los arquitectos y creadores más relevantes de la historia. Su imaginación y creatividad se ve plasmada en sus obras, reconocidas en todo el mundo.
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