Historia de la catedral de Mallorca
A finales del siglo XIX, el obispo Pere Campins impulsó la reforma de la distribución interna y la decoración de la catedral de Mallorca, edificada entre los siglos XIII y XIV. Decepcionado con las propuestas de los arquitectos diocesanos, en 1899 Campins viajó a Barcelona para pedir consejo a Antoni Gaudí.
Las ideas del artífice de la Sagrada Familia –que por aquella época mantenía una relación fluida con diversos eclesiásticos de gran talla intelectual– entusiasmaron al obispo, que enseguida propuso a Gaudí que se hiciera cargo personalmente de la restauración. Estimulado por la idea de dejar su huella en la catedral medieval, Gaudí aceptó el ofrecimiento, proyectando una reforma que, pese a quedar inacabada, posee la fuerte personalidad de su autor, al tiempo que se integra perfectamente en el sustrato gótico.
Gaudí y la catedral de Mallorca, nueva distribución
Gaudí decoró la cátedra episcopal con piezas cerámicas e inserciones metálicas
En 1903, Gaudí presentó al obispo Campins su proyecto de restauración para la catedral de Mallorca. Entre los trabajos que acometió, los que más impacto causaron en la configuración de la seo fueron el desmontaje de dos retablos que impedían a los fieles la visión de la cátedra episcopal –el trono del obispo–, la ubicación del altar mayor frente a dicha cátedra, la colocación de un baldaquino sobre el altar, el traslado del coro de la nave central al presbiterio, la restauración de dos púlpitos –de los cuales sólo se conserva uno–, la recuperación de ventanales tapiados, el diseño de nueve vitrales, mobiliario litúrgico diverso y elementos ornamentales de forja, cerámica y pintura, y una nueva iluminación.
El proyecto de la catedral de Mallorca quedó inconcluso al dejar el arquitecto la obra en 1914, a causa de sus desavenencias con el contratista y la muerte del obispo, su gran valedor. Es una de las 5 obras menos conocidas de Gaudí.
Un espacio para la oración
La reforma de Gaudí subrayó la importancia del altar mayor
Fiel a su manera de ver el arte, Gaudí imaginó una catedral llena de luz, color y delicados detalles decorativos que ayudaran a crear un clima adecuado para la oración. A fin de aumentar la iluminación natural, el arquitecto mandó abrir los ventanales de la catedral de Mallorca que habían quedado ciegos por estar inacabados, y proyectó nueve vitrales con frases de las letanías a la Virgen. Para ganar luz artificial, diseñó decenas de candelabros y lámparas de hierro forjado como las que ciñen el fuste de todos los pilares del templo.
Los herreros mallorquines forjaron además la verja del presbiterio y practicaron delicadas inserciones doradas de frases rituales en el muro de la cátedra, mientras Josep Maria Jujol, habitual colaborador de Gaudí, pintaba con vivos colores algunas sillas del coro, pero el resultado no fue bien comprendido por los presbíteros, que frenaron esta reforma.
El baldaquino y el altar mayor de la catedral de Mallorca
El baldaquino del altar mayor fue una de las aportaciones más significativas de Gaudí
Gaudí emprendió la dignificación del altar de la catedral de Mallorca con la colocación del baldaquino del altar mayor, una enorme corona heptagonal sobre cuyo vértice el arquitecto situó un conjunto escultórico con Jesucristo en la cruz y la Virgen y san Juan a sus pies.
De la corona penden 35 lámparas de latón que iluminan el altar, mientras que sobre ella Gaudí colgó un tapiz brocado de tema eucarístico que se proyecta oblicuamente sobre los fieles. El baldaquino actual de la catedral es en realidad una maqueta provisional a tamaño natural, hecha con material efímero, como cartón, papel, alambre o madera. La estructura definitiva no llegó a confeccionarse.
Un libro de formato lujo con toda la obra de Gaudí
Antoni Gaudí ha sido uno de los arquitectos y creadores más relevantes de la historia. Su imaginación y creatividad se ve plasmada en sus obras, reconocidas en todo el mundo.
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