Seguramente conozcas las obras más populares de Antoni Gaudí: la basílica de la Sagrada Familia, la Casa Batlló, La Pedrera… ¿Pero cuáles son sus obras menos conocidas?
En este artículo te descubrimos los proyectos de Gaudí que no han alcanzado tanta notoriedad pero que poseen el inconfundible estilo del arquitecto.
COLEGIO TERESIANO
El Colegio Teresiano es el proyecto más austero de todas las obras realizadas por Gaudí, pero el bajo presupuesto no impidió que el arquitecto crease una obra marcada por el simbolismo y el uso del arco parabólico.
En 1889, Enric d’Ossó, fundador de la congregación de las Teresianas, encarga a Gaudí la continuación del proyecto de un gran edificio en Sant Gervasi para albergar un colegio femenino con internado, la sede de la congregación y una casa de estudios para las monjas.
Gaudí hereda del anterior arquitecto los cimientos y apenas 80 centímetros de muro y acepta las condiciones de Ossó, una austeridad presupuestaria acorde con el voto de pobreza de la congregación y opuesta a la opulencia de los proyectos que le encargaba Eusebi Güell, su mecenas.
Pese al presupuesto, Antoni Gaudí no renunció a sus imaginativas ideas constructivas al proyectar el Colegio Teresiano y consiguió diseñar con ladrillo elementos ornamentales de gran riqueza visual. Concluyó la obra en poco más de un año.
CASA MIRANDA
En 1906 Gaudí y su colaborador Francesc Berenguer proyectaron esta villa de veraneo para el empresario automovilístico Damià Mateu en la localidad de Llinars del Vallès, cerca de Barcelona.
Gaudí y Berenguer diseñaron una pequeña vivienda con unos cien metros cuadrados de planta cuyo elemento más destacado era la torre-mirador de cuerpo cilíndrico y cinco alturas, rematada por una cúpula revestida de trencadís. Gaudí combinó la mampostería y el ladrillo con una fachada cuyas formas recuerdan las de la Casa Vicens.
Una bomba de la Guerra Civil que explotó en un puente vecino a la casa Miranda dejó en ruinas todas las edificaciones de los alrededores, a excepción de la torre-mirador proyectada por Antoni Gaudí y Berenguer. Tras su demolición en 1962, una asociación local proyecta actualmente su reconstrucción.
BODEGAS GÜELL
En 1895 el industrial Eusebi Güell encomendó a Gaudí la construcción de unas bodegas en una finca situada en el Garraf, una zona costera al sur de Barcelona. Con la ayuda de su colaborador Francesc Berenguer, el arquitecto diseñó un edificio muy original, con forma de prisma triangular y cubierta a dos aguas en fuerte pendiente a modo de tienda de campaña.
Esta apariencia angulosa y el empleo de piedra de la cantera aledaña permitieron que el complejo de las Bodegas Güell se convirtiese en una línea más en el rocoso paisaje, a escasos 200 metros de la playa y al mismo pie de los contrafuertes del macizo.
Las bodegas Güell albergaban además las cocheras, dos viviendas y una curiosa capilla en el piso superior. Al contrario que en otros proyectos, Gaudí utilizó un solo material de revestimiento para todo el edificio: la piedra caliza gris del Garraf.
JARDINES ARTIGAS
Gaudí se inspiró en el Park Güell para ajardinar esta zona boscosa del Prepirineo, a orillas del río Llobregat. El proyecto fue un encargo del industrial textil Joan Artigas Alart, que había quedado cautivado por el Park Güell en Barcelona, que entonces estaba en obras.
Gaudí concibió el encargo de los Jardines Artigas como un paseo por las dos orillas del río Llobregat, con varias fuentes y miradores en el recorrido. Centró casi todas sus intervenciones en los manantiales y en los puntos que permitían disfrutar de cerca del espectáculo del agua deslizándose torrente abajo. Fiel a su gran fuente de inspiración, la naturaleza, Gaudí empleó materiales de la misma zona o bien imitando las formas de la vegetación local con otros materiales como el cemento.
Los Jardines Artigas ocupan una superficie de 40.000 metros cuadrados, el equivalente aproximadamente a cuatro campos de fútbol. Tras cinco décadas de deterioro, en 1992 se inició la restauración de este parque proyectado por Gaudí.
CASA BOTINES
El aspecto neogótico de la Casa Botines esconde soluciones constructivas muy por delante de su tiempo. El proyecto de este edificio de comercio y viviendas en la ciudad de León fue encargado a Gaudí en 1891 por la sociedad textil Fernández y Andrés, que mantenía relaciones comerciales con Eusebi Güell, mecenas del artista.
Las obras de la Casa Botines empezaron en enero de 1892 y se completaron en el tiempo récord de diez meses. Gaudí concibió una fachada neogótica y salpicó el edificio de simbolismos, pero reservó para el interior los rasgos más valiosos: en vez de sostener la Casa Botines con pesados muros de carga, Gaudí ideó una ligera pero sólida estructura a base de pilares de hierro colado.
Proyectada en un solar de forma trapezoidal, la Casa Botines combinaba el uso comercial y el residencial. El semisótano y los bajos se destinaron a las oficinas, la tienda y los almacenes del negocio textil; el piso principal se dividía en dos viviendas y los dos pisos superiores albergaban cuatro viviendas de alquiler cada uno.
Como en muchas obras de su primera época, Gaudí se inspiró en el estilo gótico para proyectar la fachada de la Casa Botines, dándole un aire de castillo medieval a este edificio situado en pleno centro de la ciudad de León.
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